Nunca había sentido eso. Se supone que las personas tienen un límite, pero no era mi caso. Con mil razones para irme, yo me quedaba. Hagas lo que hagas, digas lo que digas. Tenía una insaciable necesidad de ayudarte, de salvarte, de recuperar una persona que parecía haber muerto. Nada me detenía. Tal vez mi misma locura y obsesión creaban una falsa esperanza, como también podrían ser el mismo antídoto.All Rights Reserved
1 part