«-¿Que tienes que decir? -Na...na...da. -No te oigo, Dylan.-Margaret, detrás de el, giro e hundió aun mas el dedo en su trasero tocando aquel punto jamas tocado. Dylan apretó los ojos y tenso las nalgas en acto reflejo preparándose por el golpe que, inesperadamente no llego. Cuando abrió los ojos de nuevo, la suave risa de ella llego a sus oídos y tembló,porque aquello no podía significar nada bueno.»