Traía poder en sus venas, traía maldad en su interior, no consentía la piedad ni el consuelo, conoció caminos oscuros y los disfrutó a cada paso. No consentía el amor, pero la obsesión la capturó y no logró escapar de ella nunca más. No admitía los remordimientos, no se arrepentía de nada, sabía que su mente estaba distorsionada y aún así le gustaba, era una dulce psicópata. Pero a todos les llega un momento, una debilidad, con la cuál ella luchó en contra hasta darse cuenta que el amor no elegimos sentir, que también obsesiona y que el final no siempre resulta feliz.