"La curiosidad mató al gato" Oh vamos, qué estupidez. Pensaba Camila. Para ella no era así, y si lo fuera, entonces en su caso la había matado de placer. La curiosidad no fue tan mala a la edad de veintidós cuando conoció a Lauren Jauregui de la edad de veintiocho, quien le enseñó todo a la joven virgen. Explicaba, de manera explícita, cualquier tipo de posición, sabiendo que la pequeña era muy curiosa y querría probarlo, luego de unos días, tenía a la castaña toda entregada para ella y la menor saciaba su curiosidad de la forma más placentera. Le encantaba eso; complacer a su dueña, a su mentora recibiendo ella el placer, ser su sumisa y que haga de ella lo que quiera. Así fue cómo cayó en la red de Lauren Jauregui, la mujer de casi treinta años, más codiciosa que cualquier otra, sin frenar hasta lograr cualquier objetivo. Aunque, para ser sinceros, el amor nunca fue una de sus metas. Pero a ninguna le importaba eso. Ninguna de las dos quería amar.