Pasaban las horas y mi abogado se quedaba sin excusas, la verdad no entiendo por qué tanto lío por un par de personas menos en el mundo. Primero el Sr. Y Sra. Lunger, después la señorita Coperfil y ahora el oficial Chester. -Su señoría-el abogado McMichel hizo una leve pausa para mirarme con un gesto dudoso -¿Le puedo hacer unas preguntas al acusado? -Concedido- el juez parecía cansado de verme tantas veces acusado de homicidio. -¿Usted lo mató? -No, ¿Por qué lo haría?- me acomodé en la silla con una sonrisa victoriosa. -Entonces ¿Cómo explica sus huellas en el arma homicida? -Yo no lo maté- me reí con cierto cinismo -Yo solo lo descuarticé.
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