-Dime, por favor, dime ¿qué quieres? ¿Dinero? ¿Propiedades? Vamos, te daré lo que quieras, solo déjame ir. -Jesús, no, yo no quiero nada de eso, ¿sabes lo que quiero? Se quedó callado. Tenía una idea de lo que diría a continuación y eso le causaba temor. No lo quería escuchar así que tapo sus oídos con sus manos pero aun por encima de eso no logró evitar escuchar la respuesta: -Te quiero a ti y ahora que te tengo, no te dejare ir.