Los albores de los años noventa cuentan el desarrollo caótico de mi ciudad...al menos así me lo parecía, y asímismo mi propio desarrollo. Acaso el caos vivía dentro de mi...o es que yo vivía para el caos? No lo se.
El entorno llega a ser reflejo de lo que hay en tu interior mientras tu alma gime. Que quieres que haga? Es cierto... Solo ecos sofocados ante la falta de respuestas.
Creo que por eso inicia la búsqueda hacia afuera, porque de inicio no hay nada. Los principios no comunican, las reglas no se acomodan...las ideas están vacías.
Y ese vacío amerita,impele, agobia...se agolpa en el pecho. Y llega la prisa en medio de esa contradictoria eternidad inmediata.
Salir se convierte en tu principal necesidad. Un fin de semana, una fiesta...no importa que se celebre; esperando la oscuridad para empezar la diversión.
Creemos estar aburridos...y eso es malo. Pero, que es el aburrimiento? Ausencia de emociones?
Sin embargo, aunque te diviertas, de manera incomprensible surge una nueva necesidad, la de compartir lo que haces.
Recuerdo haber escuchado en una película francesa que un hombre es lo que hace, y una mujer es lo que es. Por ese entonces creí atisbar el porqué de las locuras que hacíamos, tratando de impresionar a las plebes, o cuando menos llamar un poco la atención y así sobresalir del grupo...