En la nueva casa que estaban reconstruyendo al lado de la de Guim, había una habitación peculiar y un bote de pintura con el que se podían trazar deseos. Pero el lugar, a veces, hacía dudar de su poder: quizá una temporada sí hacía aparecer todo aquello que hubiese sido dibujado en sus paredes, y quizá en otros momentos, no. O puede que nunca existiese tal poder, tal habitación ni tal bote de pintura. El porqué a veces funcionaban o no los dibujos era algo que aquel niño curioso de 9 años trató de descubrir durante un tiempo. Sin embargo, el camino que recorrió para eso, no fue, ni de lejos, el esperado.All Rights Reserved
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