Viktor Nikiforov siempre había sido un historiador apasionado por la época de ninjas y samurais. Su máxima figura era la imagen de un joven ninja del cual nadie sabía nada, cuya única evidencia era una estatua en medio de un pueblo olvidado. Sin poder controlar su deseo y ante todas las objeciones de sus compañeros, viaja a visitar aquel castillo... Pero, ¿qué pasaría si, al llegar, encontrara a su ninja vivo y de carne y hueso? Sólo lo vio un momento, pero fue lo suficiente para cambiar algo dentro de él. Encontraría a ese escurridizo ninja.