Prólogo Me gustaría decir que ninguna historia tiene fin. Que no tiene fin porque siempre permanecemos junto a quien nos hace felices, a quien hacemos felices. Eso no pasa. Si no es porque te alejas de esas personas tras una ruptura o un divorcio, es porque muere o mueres. Llega un punto en el que tienes que vivir sin ella, sin él. Es extraño echar de menos a alguien que es o fue parte de tu historia. Alguien que dijo que estaría siempre contigo y para ti y luego, simplemente, había desaparecido. Y es que cuando estás viviendo tu historia de amor simplemente no te das cuenta de las cosas que se prometen, sólo hasta que se cumplen, o no. La única promesa que siempre mantienes, pero sólo en tu cabeza, es el tiempo; cuánto tiempo vivirán juntos, cuántas cosas harán en el tiempo que estén juntos. Tiempo, tiempo, tiempo... Y aún cuando sucede la ruptura siempre queda eso en el aire, en tu mente: la esperanza de que tras la separación, siempre se vuelvan a encontrar y se vuelvan a amar; ahora con más intensidad. El amor nunca te hará daño, nunca. El daño te lo haces tú, cuando no sabes amarte más de lo que sientes por la otra persona. Cuando llegamos al mundo siempre aprendemos y es que el amor no es más que otra materia que debemos aprender, aunque una de las más difíciles. Pero ésta otra materia es diferente, ya que alimenta el alma y nos puede hacer mejores personas; pero siempre es eso, aprender a amar. Aunque, debo decir y añadir que, cada quién hace, dice y piensa de su vida amorosa lo que quiere y yo, siempre contaré todo cómo una Historia de amor de un desamor...
9 parts