- No voy a ninguna jodida parte contigo, -me quejó. A la mierda si caigo en su trampa. - Bien, entonces deja que te lleve mi conductor. -él camina en dirección a la puerta, antes de detenerse, gira y vuelve a mirarme. - Ah, y ¿Christopher? Te veré otra vez. Regresarás. Toma el tiempo que necesites para enfrentarte a lo que sea que tratas de esconderte a ti mismo. Cuándo seas lo suficientemente hombre, regresa a mi. -Entonces él sonríe, como si supiera un secreto del cual yo soy ajeno. Él tiene la maldita sonrisa más hermosa que he visto en toda mi vida y me odio por notar ese hecho -. Te haré sentir cosas que ni siquiera sabes que existen en el reino del placer. Te correras más duro de lo que nunca lo haz hecho en toda tú vida. Vas a pedirme que me detenga, pero luego rogaras por más. Tú Christopher Lowell, tienes que dejar de esconderte. Vuelve a jugar conmigo, pronto. Te estaré esperando. Y luego se va. Dejándome con una maldita erección de proporciones épicas.