-Ángela lo siento muchísimo cariño pero nosotros no podemos hacer nada- me dice entre sollozos doña Maria - tus padres lo dejaron escrito en su testamento por si te llegara a pasar algo. Sentada en su pequeño despacho mirando a ningún sitio en concreto solo lloro, lloro por no haber podido estar con ellos cuando paso, lloro mi futuro incierto y sobre todo por la pérdida. -Y dónde se supone que tengo que ir si ya no tengo a nadie- le respondo entre descargadores sollozos. -Si tienes a alquilen hermosa, irás con el hermano adoptivo de tu padre a Nueva York- dice mientras se seca las lágrimas y se sienta a mi lado.