Entonces, Barbara y Tobías se miraron al mismo tiempo después de escuchar aquello. No podía ser, sus nervios estaban de punta, pero aún no podían analizar lo que habían escuchado, lucían confundidos y sin aliento. Aún con sus orejas pegadas a la puerta.
-Ba-Barbie... -logró decir Toby, en un susurro apenas audible. -Ellos quieren que nos casemos...
- ¡Cállate! -Chilló ella, horrorizada con la idea. -En primera: no me digas Barbie, estúpido. Soy Barbara... para ti, -alzo el mentón, tratándolo con superioridad. -Y... en segundo lugar, ja, ja. -Fingió una risa, tratando de ocultar sus nervios. - Espero que te grabes bien estas palabras: Ni aunque me ofrecieran todo el dinero del mundo me casaría contigo, gusano.
-Bueno, Barbie -volvió a llamarla por su apodo para hacerla enojar, era un pequeño, pero sin duda su favorito placer: sacar de quicio a la mimada Barbara. -Esa ya no es decisión tuya, ¿no escuchaste? Si no nos comprometemos, lo perderemos todo.
|| #40 en Humor (Marzo- Abril, 2015) ||
Visitar un bar y tomar una copa de vino la ayudaría a quitar los problema de su cabeza un día antes de su boda. ¿Por qué el casarse resulta un problema?
Porque en ese matrimonio podría existir de todo menos amor.
«Si no te casas, te veo a la misma hora el día de mañana.»
Le había dicho aquel hombre del cuál, aunque sea imposible de creer, se había enamorado con tan sólo una noche.
Pero... ¿Quién iba a decir que ese mismo bar sería el reencuentro con su felicidad tres años después?
«Esta vez no te dejaré ir.»
∆∆∆∆∆∆∆∆∆∆∆∆∆
La historia esta registrada en Safe Creative, por lo que no esta permitida copia o adaptación alguna.