-¡Estoy cansada, tan malditamente cansada de que controles todo a tu alrededor! ¡Eres tan dramático!.-llevo nuevamente la botella a mis labios y tomo un sorbo de mi cerveza. El alcohol ya comienza hacer efecto, provocando que mi cabeza de mil vueltas. Un escalofrío me recorre erizando a su vez los pelillos de mi cuerpo, cuando unas manos un tanto frías se encierran en mi desnudo abdomen. Tomo una profunda respiración como si de pronto el aire me faltara. A mis sentidos llega ese exquisito aroma a su colonia. -Desde que llegaste a mi vida me juré siempre protegerte. Eres mi pequeña.-su ronco susurro contra mi oído me provoca un estremecimiento por todo el cuerpo. Gruñe cuando junto mis caderas mucho más cerca de su pelvis. Sus brazos me retienen completamente permitiéndome sentir contra mi espalda su amplio pecho. Desde ese momento supe que mi mundo cambiaría. El me necesitaba, y ya no tenía escapatoria.