− Esto no se trata de emociones, se trata de hechos − pensó Happy mientras ponía a la pequeña en los brazos de aquel hombre − y el hecho es que ellos tienen mucho mas que ofrecerte. Cinco años después, la pequeña Lizzy llegará al garaje a poner de cabeza el mundo de Happy Quinn e inevitablemente el de Scorpion también. − ¡Increíble! Ahora resulta que no solo tienes un marido, también tienes una hija − estallo él − ¿Qué sigue? ¿El padre es Walter o quizás Sylvester? − Quizás no soy un robot después de todo.
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