-Mantendremos esto en secreto.- Dijo la suave y algo dubitativa voz de la fémina, quien yacía debajo del chico. -Solo... Solo será una vez, luego... No volveremos a cruzar palabra.- Demandó él. También podía notarsele los nervios a leguas. -Bien por mi.- Afirmó la muchacha. Y aquello fue lo único que se declaró esa noche. Esa noche que volvió ese acto una necesidad, pero no una cualquiera. Una que sabían que solo el otro podía satisfacer a la perfección.