Nos equivocamos a diario. Cometemos errores, nacimos para eso y es lo que mejor sabemos hacer. De hecho no está mal. Al fin y al cabo somos unos efímeros mortales. Lloramos, nos arrepentimos y pensamos lo tonto que fuimos al cometer <<dicha acción>> o el haber tenido <<ciertos pensamientos>> pero como un imán que es atraído hacia el metal volvemos acercarnos al mismo error y nos apegamos más a él. A veces podemos remediarlos, pero en otras ocasiones el dolor que provoca es constante. Sin embargo a pesar de aquello, debemos aprender a vivir como un globo en medio de un mundo lleno de espinas. A lo largo de mi corta vida comprendí que hay que apreciar aquellos cactus que quieren hacernos desaparecer. No solamente para demostrarles amor, sino por el simple hecho que hay que saber que el <<amor>> revive personas.