Poco a poco, a través de sus trazos y dibujos, Akaashi encontró su musa. Ese mordaz, insolente y malditamente adorable adolescente llamado Tsukishima Kei. «- Dibújame como a una de tus chicas francesas -el tono de burla bien marcado en cada sílaba, pero Akaashi lo conocía tan bien, que sabía escuchar más allá de eso. - Desnúdate.» AkaTsukki.
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