El Chevrolet Camaro acaba de llegar en el interior del contenedor de un buque mercante. El cometido, en teoría, es muy sencillo. Se coge, se entrega (si es que no se cae a trozos en la carretera), se recibe la pasta y listo. Nada más, y no se aceptan preguntas. Rápido, fácil, y casi se podría decir que hasta limpio. Siempre que no se toque lo que lleva dentro, claro.
Bien, a los chicos les parece que es pan comido, al menos en teoría.
Y hete aquí que, como suele ocurrir en este tipo de asuntos, el amigo Murphy, el de la tostada untada de mantequilla, asoma el morro y decide que si algo puede torcerse lo acabará haciendo. Porque no parece que los pijos, los nazis y los gitanos estén totalmente de acuerdo con las condiciones que se han establecido para el intercambio.
Después de ser rechazado por segunda vez por el Equipo Avatar, incluso después de ayudarlos con Combustion Man, Zuko decide dejarlos solos y buscar un lugar donde vivir.
pero después de una pelea contra soldados de la Nación del Fuego y caer en el lecho de un río.
Al ver su arrepentimiento y dolor, el espíritu del Sol y la Luna deciden darle una segunda oportunidad, enviándolo a otro mundo con otro destino y gente que lo apreciará y admirará.