Un amor adictivo. Disfrutaba hacerlo sufrir, que gritara su nombre, que suplicara por más o porque dejara de causarle todo ese dolor. Lo amaba, un amor retorcido donde le encantaba verlo delirar de placer y dolor y donde el otro quería más, más de él, más de ese adictivo sentimiento placentero. Oh, como lo amaba, como lo volvía loco. «Puedes llamarme monstruo.»All Rights Reserved