Es la segunda parte de La piedra de la muerte y no es recomendable leerla a menos que se haya leído la primera.
Dicho esto, no admito reclamaciones sobre spoilers:
«Tiene que ser una pesadilla», se dijo Terry, todavía incrédulo y consternado. Frente a sus ojos, la plancha de acero se deslizó a la derecha y una luz roja se encendió en los controles de la puerta. Se quedó observándola por varios segundos, el único toque de color dentro de la blanca celda de reclusión, luego agachó la cabeza para ocultar sus emociones al escrutinio de la cámara de vigilancia y al juicio de sus operadores.
«Ríanse mientras puedan».
Lo arrestaron, lo metieron en prisión, le pusieron un cepo en las alas que impedía su movimiento y al ajustar su altura con un gancho que colgaba del techo, lo forzaba a permanecer parado y alzado sobre las puntas de los pies, si no quería lastimar con su peso la articulación de las alas; además, frías esposas mantenían unidos sus codos, antebrazos y muñecas tras la espalda. La dolorosa posición rayaba en la ilegalidad, pero mientras no dejara ninguna huella en el cuerpo…
* * *
La reina ha emitido un decreto con respecto a la ley de sucesión, lo que ha obligado a los Junpaih a ajustar sus planes, ya de por sí desesperados.
En esta segunda entrega de Potenkiah veremos no una, sino muchas batallas: la de la libertad de Terry, la de la defensa de Eloah, la batalla por el trono y por desentrañar por fin la verdadera identidad de los conspiradores, pero mucho más allá, la de la supervivencia como especie, que no sospecha que sus peores pesadillas podrían volverse realidad.