Y sonrío.
Y sonrío.
Y sonrío.
Y sonrío.
Y sonrío.
Hasta que tus sonrisa deje de afectarme,
sonreiré.
Un año más tarde (o así) de haber escrito eso: He cambiado, lo juro.
Surcando entre diversos matices y tonalidades emocionales, descubriendo cada parte de mi ser al adentrarme en lo psicodelico, en mis inferencias y aciertos, a través de la poesía.