" Mi abuela tenía una teoría muy interesante; decía que todos nacemos con una caja de fósforos adentro, pero que no podemos encenderlos solos. Necesitamos la ayuda del oxígeno y una vela. En este caso el oxígeno por ejemplo, vendría del aliento de la persona que amamos; la vela podría ser cualquier tipo de comida, música, caricia, palabra o sonido que engendre la explosión que encenderá uno de los fósforos. Por un momento, nos deslumbra una emoción intensa. Una tibieza placentera crece dentro de nosotros, desvaneciéndose a medida que pasa el tiempo, hasta que llega una nueva explosión a revivirla. Cada persona tiene que descubrir qué disparará esas explosiones para poder vivir, puesto que la combustión que ocurre cuando uno de los fósforos se enciende es lo que nutre el alma. Ese fuego, en resumen, es su alimento. Si uno no averigua a tiempo qué cosa inicia esas explosiones, la caja de fósforos se humedece y ni uno de los fósforos se encenderá nunca";
Como agua para chocolate- Laura Esquivel
Nayara leyó por enésima vez su libro favorito y siempre repite la frase que más le gusta de éste: la caja de fósforos se humedece y ni uno de los fósforos se encenderá nunca.
Cada vez se sentía más confundida, aterrada y aunque no quiera admitirlo: enamorada... No sabía si correr, gritar, llorar o ir a los brazos de aquel que tanto amaba.
¿Qué hacer cuando hay dudas? ¿Y si todo es un juego?
Pues así se siente en estos momentos, si la persona que amas va calando en cada fibra de tu ser, con cada beso y caricia, con aquella mirada entre coqueta y evitativa.
¿Podrán ellos superar sus diferencias, temores y distancias?
"Todo fue tan espontáneo, tan natural, que ha ninguno de los dos nos pareció raro que, de pronto, mi mano estuviera en su mano y que nos miraramos a los ojos como dos tontos."
_Mario Benedetti