Dazai Osamu decidió una cosa, ya era tiempo para dejarse de juegos, ese día al salir de su trabajo haría lo que siempre quiso hacer; acabar con su vida. Ya era hora. Decididamente saltó por aquel puente que lo llevaba directo a un canal de agua no muy profundo. No era el mejor suicidio de todos, pero si no moría por la contusión en su cabeza moriría ahogado. Tal como había leído, las memorias de su vida poco a poco se presentaban ante sus ojos, estas le daban la razón al haber cometido tal acción. Su vida nunca se pudo considerar vida. Cerró sus ojos preparado para morir, pero sintió como alguien lo jalaba por sus pies salvándolo de su intento de muerte. Nunca se habría imaginado que aquella persona que alguna vez odio por haberle dado un triste final a su intento de suicidio terminaría siendo la persona quien le otorgó la vida que no tenía; el nombre de aquella persona era Atsushi Nakajima.