Y alli, sentado en una piscina de sangre y fluidos, se encontraba un anciano con las orejas alargadas y el blanco cabello que le quedaba colgando debajo de las rodillas. Era dios, o eso aclamaba él. Me di cuenta de que dios era en realidad un hipócrita que premiaba la ignorancia y castigaba la libertad. Me explico, no creo en dios, quizás cuando era pequeño pude haber pensado que existía pero mi familia no era muy cristiana. Mi punto es que, no me parecía alguien digno de adoración, si él controlaba las cosas entonces no había verdadero libre albedrío y, de no controlar nada, ¿de que servía pedirle cosas y agradecerle las que teníamos?. Ahora bien, no soy ateo, si eso creen; en realidad no niego que pueda existir Dios, solo que si existe o no, simplemente no me importa. Me es completamente indiferente su existencia.
Me despierto en una cama incómoda.
¿Qué es esto?
«Todo fue un sueño» me respondo a mi mismo.
Me encuentro un poco mareado, no recuerdo cuándo o dónde me dormí, y definitivamente no sé dónde estoy. Es cierto...
¿Dónde estoy?
Así me sentía en el momento en el que desperté del coma, fue horrible, tengo que admitirlo, y, tranquilos, no puedo morir, al menos no aun.
Quizás deba empezar desde el principio, después de todo, esto es un diario. Además, no puedo hablar de esto con nadie sin que piensen que estoy loco. Quizás sólo quiero tener este diario bien explicado porque no esto seguro si recordaré todo dentro de unos meses, así que, no es personal, está dirigido a cualquiera que lo quiera leer y no piense que estoy loco de remate.
Pero por sobre todo, esta dirigido a ella...