Prologo Siempre he considerado la vida como un espectáculo de fuegos artificiales. Cuando eres pequeño la esperanza y la inocencia te preparan para lo que esperas ver. No importa el peligro, el fuego o las cenizas, solo las luces. Mientras creces es como encender bengalas: estás consciente de que aun así te pueden lastimar pero poder verlas tan cerca es lo que hace que todo valga la pena. Las bengalas son los mejores recuerdos y las más grandes aventuras. Cuando los enciendes no te importa si las chispas te quemarán o no, siempre tienes esa sensación de esperanza. No apartas la vista de ellas esperando a que brillen lo más que puedan justo antes de apagarse para siempre. Cuando creces siempre hay un suceso, una situación que te hace abrir los ojos y que el verdadero show comience. Que tu cielo se vaya a iluminar de todos esos colores y que la experiencia más importante inicie. Dylan fue eso que comenzó mis fuegos artificiales, me hizo ver lo bella que era la vida y apreciar la luz que se tiene mientras aun esta ahí. Pero tal como vinieron, las luces se pueden esfumar de repente. Lo único que verás es el cielo oscuro y después nada. Todo se vuelve una silueta y poco a poco la luz se apaga...