Mira a tu alrededor, mirate a ti mismo. Piensa en lo mejor que tienes, ahora en lo peor.
¿Qué ves? ¿Qué piensas? ¿Qué pasaría si cuando miras tu entorno te dieras cuenta de que no tenés a nadie, que estas solo? ¿Qué pasaría si al mirarte sintieras asco y ganas de desaparecer? ¿Qué pasaría si no tuvieras nada bueno?
Tratas y tratas de hacer que las cosas te salgan bien una vez pero no lo consigues, tratas de darle sentido a tu vida, encontrar algo bueno, pero solo consigues hundirte más y más, como si estuvieras destinado a vivir en la miseria toda tu vida, como si estuvieras hecho para sufrir.
Y cuando encuentras algo bueno, algo que te distrae y calla tus demonios internos... con el tiempo te das cuenta de que es todo una mentira.
Por eso, si por una de esas casualidades de la vida tienes que elegir entre la realidad y la fantasía... elige siempre la realidad, porque en la fantasía todo es perfecto, todo es mágico, no te lastiman tanto como en la realidad; luego llega la realidad y te tira cinco metros bajo tierra. Pero a veces... la realidad y la fantasía se mezclan y no sabes que es lo correcto y que es lo incorrecto, cuando eso te pase, ve por el camino que creas correcto, al final sabrás si estuviste bien o mal, solo sigue, no mires atrás y nunca te des por vencido.
¿Qué pasaría si una preadolescente entrara al juego del calamar? Todos los jugadores tienen deudas, problemas, algo que los llevó ahí... pero ella no.
Nadie le dio la tarjeta, nadie pensó en reclutarla. Sin embargo, no podían sacarla.
Era demasiado tarde; ya era parte de los juegos.