No puedo decir que recuerdo lo que sentía cada vez que lo miraba, de hecho ni siquiera recuerdo que fue lo que le vi. Pero así es el amor, ¿verdad? No es ver, sino sentir que tiene algo que nadie más posee. Aunque, siendo sincera, después de seis años no puedo recordar que era ese algo que lo hacía tan especial. A los ocho años los únicos indicios que tenemos sobre el amor son las comedias románticas que encontramos en televisión mientras hacemos zapping por los canales entre FOX (que siempre repite los capítulos de los Simpson) y los de dibujos animados. Quizá podamos decir que nuestros padres nos contaban como fueron sus historias de amor allá por la década de los 80's, pero definitivamente eso no puede compararse con la dificultad de encontrar el amor en el siglo XXI. Cuando daba la casualidad de que mi madre me viera llorando después de una de mis decepciones amorosas, se las ingeniaba por armar un mundo alrededor de mí siempre insinuando que tenía "poca edad para siquiera pensar en esas cosas". Así que hacía mi mayor esfuerzo para que eso no ocurriera, para que ella no tuviera la posibilidad de enterarse de lo que pasaba en mi vida. Con mi madre éramos bastante unidas. Creo que puedo describir nuestra relación como "amigas que no se conocen la historia", es decir, en la época en que tenía ocho años o alrededor, me gustaba pasar las tardes con ella cuando no tenía que trabajar y divertirnos cantando, bailando o jugando a algún juego de mesa cuando con mi insistencia lograba convencerla de que después de un largo día de trabajo se quedara despierta para jugar conmigo. Admito que pude ser una nena un tanto egoísta, pero en ese entonces no me daba cuenta. A los ocho años una nunca sabe distinguir cuando alguien dice la verdad, por eso cuando tenía esa edad era demasiado fácil engañarme; y así fue como comenzaron mis decepciones en todos los temas que tuvieran que ver con el amor.All Rights Reserved