Mel, una chica de 18 años, empieza a trabajar en un bar con libre acceso a wifi, lo que significaba servir café a personas cuyo alma se encontraba encerrada en el interior de sus portátiles o móviles. Siempre era igual y siempre veía las mismas caras. Pero un día eso cambió. Al volver de preparar un café, se encontró con unos ojos azules que se fijaron en ella unos segundos, lo suficiente para que Mel lo notase. ¿A quién le pertenecía esa mirada tan delicada? Y, ¿por qué no estaban fijos en la pantalla de un portátil?
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