Ella siempre de azul. Encerrada en su mundo de música y palabras. Nunca la escuche hablar, pero me imaginaba su voz. Ella siempre estaba sentada a la sombra de un gran sauce llorón, apoyando su espalda en el tronco. Nunca faltaba un libro en sus manos y unos audífonos en sus oídos, a veces reía o sonreía, creo que una vez la vi secarse las lágrimas. Y yo, en una banca -de el parque-, que daba hacia un costado de ella, siempre la observe. Y no se si fue porque la observe todos los días a la misma hora durante dos meses, pero de alguna u otra manera, quede enamorado de ella.