"Cuando mis padres me dijeron que mi último año lo cursaría en una escuela pública del sur de Illinois, recuerdo que los miré, incrédulo, y subí a mi cuarto. Pelear sería en vano, discutir innecesario. Habían tomado una decisión y tenía que obedecer, no me quedaba de otra. Creo que jamás les terminaré de agradecer por ello." Cuando André "Andy" Frey (la ridícula y penosa chica del salón) se acerca a Andrew "Andy" Peazer (el chico nuevo que sólo lee libros de Stephen King o simplemente no lee), para preguntarle si le gusta Walt Disney, Andrew sabe que algo anda mal con la brusca castaña. No es sólo el modo agresivo con el que interrumpe en su espacio personal, ni el hecho de que sabe más de Walt Disney que de la clase de química, sino algo más cercano a su incapacidad para mirarlo a los ojos. Andy Frey es rara, pero no es su culpa, lo juro, ella jamás quiso esto.