Las desgracias rodean a las personas dependiendo de sus pecados. Cada uno carga con la culpa correspondiente a sus actos, siendo estos netamente intransferibles. El arrepentimiento, a pesar de tratarse de un sentimiento subjetivo cambiante para cada ser, tarda en llegar; pero llega. Algún ser superior quita lo más preciado del humano, siendo así torturado de la peor forma. ¿Dios? ¿Satán? Da igual. De todas formas, es un ente con más poder sobre ti que tú mismo sobre tu cuerpo, e incluso tu vida.