Necesito volver a verte. Me cuesta recordar tu voz. Pero si cierro los ojos, consigo ver claramente tu sonrisa. Esa sonrisa que echo tanto de menos y necesito. Ahora mismo. Puedo imaginar que corro a tus brazos y me escondo entre ellos, mientras las lágrimas recorren mis mejillas. Imagino que tú me abrazas con fuerza y me tranquilizas con un simple susurro "Todo irá bien, hermanita." Sigo sin entender porque tú y no yo. Porque tú y no él. Porque entonces y no ahora, cuando podría haberlo evitado. Habría sido capaz de hacerlo. Demasiadas preguntas rondando en mi cabeza y muy pocas respuestas para ahuyentarlas. Deberías estar aquí, conmigo. Esto no es justo. Me duele que no estés aquí. Pero más aún saber que no vas a volver. Saber que estás tan lejos. Y que eres tan inalcanzable. Intento superarlo, intento que no pase otra vez, pero cada día es comenzar de nuevo. Me encierro en mi mundo, intentando que nada me afecte, escondiendo los pedazos que quedan de mí detrás de una sonrisa. Una falsa sonrisa. Pero al final del día, sigo siendo la misma chica rota en mil pedazos, que esconde secretos y finge ser alguien que no es. La misma chica que llora en los rincones y finge una sonrisa delante de todos para no afrontar sus miedos. No sé que hacer, ni a dónde me dirijo. Sé que tú sabrías ayudarme y guiarme. Creía que eras el único capaz de hacerlo. Pero me equivoqué. Todo cambió. Demasiado rápido. Todo ocurrió en un tiempo récord. Apenas supe darme cuenta de que pasó. Todo parecía más fácil. Conseguí verlo todo con más claridad. Aprendí a tocar el cielo y a volar sin tener alas. Y sentí esa magia en mi corazón que tú me describiste alguna vez. No me creí capaz de hacerlo, hasta que me pidió que lo dejara todo y dijo: "Arriésgate conmigo".