Nuestra historia fue muy bonita... Pero solo mientras duró. Después de más de seis meses de intensa relación me vi forzada a dejar a Daniel. El trabajo de mis padres los obligaba a mudarse a Los Ángeles, a la otra punta del mundo. Siempre el trabajo y yo, al tener tan solo dieciséis años en aquella época, no tenía otra opción que marcharme con ellos. Daniel y yo prometimos mantener el contacto, dijimos que siempre nos íbamos a querer. Lo prometimos. Pero no se podía luchar contra la clarividencia; estaba claro que tarde o temprano dejaríamos de llamarnos, de enviarnos cartas y... De querernos. A los dieciocho años me adentré en el mundo de las leyes. Volví a Inglaterra, al lugar donde había nacido para desatarme como una nueva chica, cambiada, madura y con sus metas y propósitos sumamente marcados. Tendría que inscribirme en una escuela de pequeños grandes emprendedores donde se enseñaba todo lo necesario para asegurarte de que tendrías un gran futuro. Lo último que se me pasó por la cabeza fue que volvería a ver a Daniel y eso alteró todos mis planes, porque yo no había vuelto sola...