Existen, en esta realidad frágil que llamamos vida, desgracias. Desgracias cuya finalidad no es más que un gran capricho, ya que así es la vida, caprichosa e incoherente. Qué ha decidido la vida para el quejumbroso mundo, cuantos cuervos desalmados cantaran su armonía para su desgracia, y por qué, si Dios acoge a los insignificantes hombres, hemos sido tan vanidosos y desdichados. Más de un alma en pena vela por estos capítulos, cuyas aventuras tuvieron la desventura en su final.
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