Cuando te perdí, cuando leí cada mensaje, cada carta, cuando recordé tu risa y tu sonrisa, tu calma y tu cariño, fue una de las veces en las que más me dolió el corazón.
Me di cuenta que me guardé muchas cosas, sólo por no salir de mi caparazón, cuando vos eras quién más merecía oírme.
Hoy sólo sé que hubieron muchas cosas que nunca te dije, y por si estás en algún lugar y me podés leer, las diré ahora, por más que ya no sirvan de nada, por más que nunca las respondas, por más que nunca me sean suficiente.