'Cada vez que golpeaba, la adrenalina recorría mi cuerpo haciendo que cada batalla fuera única. Respiraba sabiendo que cada respiro podría ser mi último. Al principio le temía al riesgo de caerme, a los puñetazos y a la fuerza que tenía que sacar de mi alma débil. Una vez que te lanzas, el miedo disipa y te acostumbras; el riesgo se convierte en tu día a día. Pensaba que ya no quedaba nada a lo que temerle, pero estaba equivocado. No tenía nada más de lo que aterrorizarme. No había nada hasta que la conocí.' Una historia de amor real. Aquí no hay un príncipe azul ni una princesa en apuros. Aquí tenéis la verdad.