En las frías noches de invierno, cuando los robles y castaños seculares gimen de modo amenazador. Cuando el vendaval gobierna, la lluvia arecía y el viento frío y helado sacude este mundo; sale a cabalgar por la tierra de los vivos el jinete Negro y su séquito de cazadores, pasan veloces cual rayo de tormenta, con su jauría de perros salvajes a la caza de almas que llevarse al Valhalla. Donde se diluye la frontera entre vivos y muertos, condenando a esas pobres almas a una eternidad de lamentación porque han caído en el olvido. Retiro la llave del encendido. -No hay tiempo. -declaro y volteo a verlo. -¡Peleare!!! -se opone con obstinación, pero no tenemos tiempo para esto. -Derek, me van a borrar lo entiendes ¿Vale? -le digo con urgencia, inclinándome hacia él y mirándolo a los ojos. -Como a Alex. Me vas a olvidar. -le digo aterrado y confundido -No lo haré, no lo haré, no lo haré. -me asegura con rabia, mas ambos sabemos que son palabras vacías. -Derek, lo harás. -declaro con un poco de ironía, cerrando los ojos un momento -Solo intenta encontrar alguna manera de recordarme ¿Vale? -le suplique -Recuerda que fuiste el primer hombre, por el que llegue a sentir algo -le dije en voz baja -o que estuve colado por ti el último año, aunque supe esconderlo. ¿Recuerdas cómo me salvaste la vida, de tu tío Peter, el gran Alfa? -le pregunte con una sonrisa triste. Derek no dejaba de mirarme impotente, ambos sabíamos que no podíamos hacer nada. -Tú también salvaste mi vida -me reconoce con voz grave, y quiero creer que algo cortada por algún sentimiento más íntimo. Me toma de la mano como una promesa tacita -Solo recuerda... -Recuerda que te quiero... -declaro justo un momento antes de sentir como soy arrastrado por la oscuridad.
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