Cuando un ser humano pierde todo lo que tiene, vuelve sus ojos a lo esencial. Cuando es el mundo entero quien destruye sus fuentes primarias de subsistencia, llega la barbarie. El Planeta Tierra ha comenzado su cuenta atrás. Gaia ya no quiere perdonarnos. Tiene que deshacerse de nosotros para poder vivir. El cambio climático ya es irreversible. Si tan solo hubiéramos levantado nuestros ojos de las pantallas y hubiéramos sabido apreciar lo realmente valioso de nuestras vidas, habría habido esperanza. Pero el consumismo desaforado de Occidente se olvidó del valor real del agua, del olor a bosque, de la música de las olas en la playa. Ahora ya es tarde. El apocalipsis ya está aquí. Y me queda poco papel para poder terminar esta historia porque se ha convertido en un objeto de lujo por el que algunas personas han llegado a matar.