Había una vez... En el número 4 de Privet Drive...
Dicen que todas las historias buenas comienzan con un inicio épico. Bueno, eso depende de cada historia. Ésta, según ese estereotipo, no sería una buena historia, posiblemente. No porque me lo hayan dicho (debes saber que tienes el privilegio privilegioso de ser la primera persona que lee esto); sino porque esto no comienza con algo espectacular.
NO.
Tampoco me pasa ninguna cosa extraordinaria, no tengo poderes (ya me gustaría). Mi padre no se separa de mi madre (es más, creo que mis padres son la cosa más enamorada que existe) por lo tanto, no tengo un hermanastro cachondo. Para mi mala suerte, todos los profesores que he tenido hasta ahora, no son más que viejos verdes y malhumorados que ya estan bastante entrados en años.
Lo más curioso de esta historia, quizá sea el final. Ya os he dicho que el final no es feliz, y no lo voy a cambiar. Pero, por suerte o por desgracia, El de arriba nos concede a todos la capacidad de decidir que hacer con nuestra vida. Yo me topé con una gran decisión, el último día en Madrid, España, antes de irme definitivamente a Jacksonville. Es decir, ¿Qué falda me conjuntaba mejor con mi...? El caso, es que no estoy aquí para eso. Estoy aquí para relataros la ABURRIDA Y TOTALMENTE NORMAL historia de mi vida.
Esta historia, comienza un día normal, como todos.
Esta historia le ocurre a una tipa normal, yo.
Lo único que no sea normal aquí, quizá sea la historia en sí. (bueno, y la escritora).
Pero, para eso habéis leido el TOTALMENTE ABURRIDO Y SINSENTIDO tocho que hay antes de llegar aquí, ¿No?
Para saber, quién me dirigió esas palabras.
Ése "¿Sabes que te quiero?".