Para Sebastian, el hacer la compra de la casa era una tarea que siempre le había fastidiado. Pero no podía quejarse o decir algo al respecto, porque cuando se mudó a la ciudad de Seattle en compañía de Emily, su hermana pequeña, ambos se habían divido las tareas de las que cada uno se encargaría, y como la buena suerte no era algo que alguien como él tuviera regularmente, le toco la responsabilidad de comprar cada semana los vivires de la casa. Un par de meses después cuando su hermana pequeña salió de vacaciones y por ende tenía más tiempo libre le dijo que Sebastian que ahora ya no había necesidad de que él siguiera haciendo las compras, que ella se encargaría de hacerlo, sin embargo Emily se sorprendió al ver que su hermano se negaba a dejar la tarea que tenía entendido odiaba. Y es que claro, Sebastian nunca admitiría, y mucho menos a su hermana pequeña, que tal vez, solo tal vez, tenía un crush con el chico de la caja registradora.