Una cabellera negra se asomaba por la ventana, los ojos claros apenas se distinguían por la negrura de la noche, pero estos ojos podían disernir todo en la manta negra que los cubría, aunque eso no importaba. Alfhild podía verlos de ves en cuando, entonces podía ver qué los mantenían unidos con la vida, pero Charlie no es la clase de tonto que dejaría que alguien se acercara tan fácilmente, él no tiene tiempo para eso.