Mi vista estaba fija en la feliz pareja a tan solo unos metros de mi. Los aplausos de mis padres y los demás invitados resonaban a través de la habitación al igual que los míos, pero claramente no estaba feliz, en definitiva no lo estaba. Siempre leí acerca de amores imposibles, siempre me encantaron aquellas historias en donde se podía apreciar como dos personas estaban completamente enamoradas, como luchaban por su gran amor. Pero ahora estaba viviendolo en carne propia, estaba viviendo un amor imposible y en definitiva no se sentía bien. No se sentía bien por el hecho de estar enamorada del ahora prometido de mi hermana y porque mi amor no era correspondido, jamas lo sería y debía convencerme de aquello ahora mismo antes de hundirme por completo en este pozo sin salida. El tintineo de las copas al chocar entre ellas me saco de mi trance, levanté con rapidez la mirada y trate de crear la mejor sonrisa falsa que tenía y en definitiva lo logré, ya que mi hermana me devolvió una sonrisa aún más grande que la mía. Estaba feliz, y como no si se acababa de comprometer con el hombre de sus sueños y... el hombre de mi vida.