Al que se le haya ocurrido escribir y/o componer la pegajosa canción para la subunidad deberían darle un golpe en la cabeza, por dos razones: 1. La maldita canción no podía salir de la cabeza de los miembros 2. Los hombres no tienen tantos problemas 'de mujeres' como las propias mujeres los tienen con ellas mismas