A falta de vida y de experiencias emocionales íntimas, Taylor Swift considera que ya no hay nada más que hacer con respecto a ser feliz. A sus veinticuatro años, solo tiene una cosa en la cabeza y es terminar pronto su práctica como maestra de inglés. En lo que lleva de tiempo malgastado, según ella, se cruza con una chica que es capaz de hacer crecer la euforia que alberga dentro de ella. No quiere agradecer al destino por ello, no quiere darle tanto crédito por algo tan hermoso. Algo tan hermoso pero lleno de mentiras que a pesar de todo, cuentan su propia verdad. Taylor se enamora del miedo y de los nervios. Taylor le da gracias a ella por despertar su alma que hace mucho tiempo había caído al suelo.