Hacía ya varios días en los cuales aquel chico no salía de su habitación, la puerta estaba cerrada con llave y antes de encerrarse había llevado con él la llave que abría su habitación; no sabíamos dónde estaba, si se encontraba en su cuarto, si había llevado con él alimento y agua, no sabíamos si seguía con vida; no sabíamos nada de él.
Desde que el chico se encerró mamá y papá se acercan a la puerta y piden que abra de esta, la habitación está inundada de silencio y soledad, nadie contesta.
Mamá deja comida fuera de la habitación del chico, no sale, ni si quiera contestar a nuestro llamado o mas bien el de mamá y papá.
Solo quieren saber si sigue vivo, ellos siempre se han preocupado de más por él, siempre fue El Niño de mami y de papi.
Siempre hubo comparaciones entre él y yo, él era más inteligente, ni daba problemas, en cambio yo, no llevaba buen promedio, siempre tenia alguna razón para que el señor que mantenía la casa me regañara, y me hiciera sentir como si no valiera nada.
Yo podría ser esa hija que todos quieren, pero nunca lo fui y nunca lo seré.
En la cima de la montaña, el aire es más frío y el silencio más ensordecedor. No es solo la nieve la que cae en el descenso, también lo hacen las certezas y los miedos. En el mundo del snowboard, cada salto es un riesgo y cada curva puede cambiarlo todo.
Sue Harper ha pasado su vida deslizándose entre expectativas y sueños, buscando algo más que aplausos: la certeza de que su lugar en la cima le pertenece. Pero cuando la línea entre la ambición y los sentimientos se vuelve borrosa, el verdadero desafío no está en la pista, sino en mantener el control cuando el corazón quiere lo contrario.
En un espacio donde la lealtad, la rivalidad y la libertad chocan como avalanchas, aprender a confiar puede ser más peligroso que cualquier caída. Porque el hielo guarda secretos, y a veces, lo más difícil no es llegar arriba... sino no perderse en el camino.