Pepsi perdió a su padre a causa de un accidente automovilístico en New York. Desde ese día aprendió que la muerte tiene muchas facetas, formas y sonidos...la muerte de su padre sonó a Beethoven, con la canción más cliché que el artista alguna vez hubiera tocado, "Para Elisa" sonaba a todo volumen en aquel auto. Incluso cuando solo podían escucharse las sirenas de la ambulancia y los murmullos de los transeúntes ella solo podía escuchar el melodioso sonido de aquel clásico de Beethoven. Se pregunto cómo, aun con la muerte a su alrededor, devorándola enloquecidamente el mundo podía seguir su curso y que aquella pieza sonara tan relajante y trágica engulléndola en un abismo de oscuridad, demasiado alífero y demasiado fuerte, siendo Beethoven lo último que aquel padre y aquella hija habrían escuchado. Cinco años después, Pepsi conocía todos los sonidos y formas que la muerte le había enseñado. Incluso en vida, ella sabía que había muerto y tal vez sea esa la razón por la cual ella fuera capaz de ver la muerte de las personas. Las veía como un filme de terror que pasaba rápidamente por su campo de visión, -tan rápido que podría superar la velocidad del sonido-. ¿Lo único que la mantenía cuerda? Olvidaba esas muertes exactamente a las tres de la madrugada junto a todo lo que vivió aquel día, viviendo cada día con la mente completamente en blanco y la muerte de su lado.