Desde que tengo memoria siempre he sido curioso, tanto así que mi papá cuando regresaba de sus viajes traía consigo regalos mayormente cámaras la primera que me trajo era cuando recién tenía 5 años lo suficientes para aprender a usar una, era una instantánea preciosa cámara negra, y lo sé, no porque lo recuerde, mi papá se encargaba de que esos recuerdos estuvieran pegadas en las paredes de mi casa (para así avergonzarme, sí yo creo que ese era su objetivo). Él día en que esa cámara me fue entregada estábamos festejando el cumpleaños de este ¡bebé💃🏽! Así que papá me enseñó cómo usarla y me llevó a un hotel exclusivo consigo, era parte de su trabajo ir a lugares extravagantes como un respetable abogado que representaba a los Lancaster en todos y cada uno de los acuerdos legales... #Flashback Ese día hacía un sol tan precioso que me dejó ir a la playa al cuidado de mi niñera Doc, ella me crío y en parte soy lo que soy ahora por ella, en fín esa playa era la más limpia y bonita del mundo, el agua era cristalina y baja y no aproveche la oportunidad de fotografiar, Doc me la quito para que yo disfrutara del agua (o bueno ella, porque esa mujer no tiene límites) nos adentramos al mar y me paralicé, vi a un chico muy lindo piel blanca, ojos verdes cual olivo y esa sonrisa la que más recuerdo la que quedó grabada. Según Doc nos hicimos amigos en ese instante tan fácil como un niño puede hacer amistad y solo quedaba el recuerdo de la foto del niño de los ojos verdes con su perfecta sonrisa.
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