Esa canción que alguna vez mi madre me cantó, que tarareaba y se clavaba en lo más recóndito de mi ser y me hacía revivir una y otra vez esos sentimientos de puro placer, horror, tristeza, soledad y un amor tan puro como el cristal y dulce como la miel... esa canción que solía cantar sin cansancio y la cual adoraba... esa canción manchada de sangre, lagrimas, y de un momento tan efímero como podría llegar a ser la vida misma. Mi nombre es Anastasia Nicoláyevna Románov hija del último zar de Rusia, Nikolái Aleksándrovich Románov y de Alejandra Fiódorovna y me encuentro sumiéndome en lo más oscuro de mi ser y a la vez luchando con algo tan intangible como el amor...