Escarcha rota. ©

Para Leah, todo fue muy rápido.
De escucharle por la radio a hacerlo en directo.
De imaginar sus perfectos rasgos con cada melódica nota de cualquiera de sus increíbles y significativas canciones, a verlos ella misma, incluso acariciarlos.
De despejar su mente con su música, a olvidarse de sus problemas con él.
De cantar hasta la madrugada con la amigable soledad, a romperle los tímpanos a todo el vecindario con sus locuras.
En un abrir y cerrar de ojos, de estar revelados por la ida del Sol a quedarnos enmudecidos por la llegada del frío, acompañado de la helada escarcha.

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